Albillo Real y Garnacha tinta, las muy madrileñas en D.O. Madrid

D.O.P. Madrid, subzona San Martín de Valdeiglesias y Cadalso de los Vidrios

Salimos del confinamiento, la ciudad abre las puertas de la hostelería con restricciones y toda la región lo celebra. El madrileño está habituado a moverse, a tapear por las terrazas, caldeado con las estufas, quiere moverse. Viajamos limitados por la D. O. de Madrid y llegamos justo hasta el confín que marca la división entre comunidades, Cebreros y Castilla-León a un paso. Nos aproximamos a la cuenca del río Alberche por la ruta de los pantanos, «El bosque encantado», carreteras comarcales nos despistan hasta dar con las pequeñas bodegas con excepciones.

La tradición de Bernaveleva se conserva en la finca de 200 hectáreas con 40 de viñedos repartidos entre la colina y el llano, de 700 a 850 metros de altitud. Granito compacto y arena cargado de flores aromáticas y amarillas entre los surcos de las cepas, es buena señal, «suelo sano y con vida», habla Juan Díez heredero de esta tierra junto a su hermana; fue una tía suya quien se aventuró a sembrar con poco acierto, «hizo vinagre», pero preservó. Recorremos en un 4×4 senderos de tierra removida, los jabalíes escarban la tierra «peor son los furtivos, todo se lo llevan» arrancan los postes y el alambre; se baja y endereza la valla divisoria. Desde el cerro Manchomuelas de garnacha blanca, contemplamos otros viñedos, La Rosa, zona aireada que limpia el riesgo de hongos. Estamos en Omaha, enfrente la finca de sus tíos «un día la conquistaremos», sonríe por la alusión a la invasión bélica. El albillo crece también en una finca arrendada «La Flecha».

Al regresar a la bodega nos topamos con dos caballos bretones de trabajo, «es Miguel Santiago» me dice el productor, buen contacto, con 20 hectáreas de terreno elabora dos o tres vinos monovarietales, Marino de albillo y Cabrito de garnacha, notables. Enseña además a los jóvenes el arte de la viticultura, «yo soy agricultor», declara sin tapujos. Llegamos a la renovada bodega Bernaveleva, Marc el enólogo elabora los vinos con esmero, «es un año peculiar, por las lluvias, de poca uva por filomena, pero de buenas sensaciones.» La vendimia comienza en agosto con la temprana, el albillo real, «saldrán más redondos». Le sigue la garnacha blanca y después en septiembre la garnacha tinta cae por gravedad en la prensa y depósito de fermentación, el mosto recogido en el caso de los blancos permanece nueve meses sobre sus lías, sin moverlas, y se añade un poco de sulforoso cuando termina la fermantación alcohólica y después de la maloláctica en los tintos según «la ley de la mínima intervención» nos dice Juan. La clarificación es también natural por frío, se pasa a depósitos de 12 litros la parte limpia. Tintos, vinificación en cubas de madera con el raspón, «la uva entera le aporta el sabor, sensaciones frescas», explica Marc, garnacha y tempranillo, observamos los remontados, cuando sube la temperatura los riegan con manguera mojando el sombrero una vez al día.

La producción entorno a 85.000 botellas se vende en España y se exporta a Europa, porque «el vino español es barato», sin embargo en la bodega se respira calidad, selección y mucha atención, lo que no gusta se desecha, «a destilería» señala el productor con un gesto enérgico. Al fondo de la bodega, entre las barricas de roble francés usado, comenzamos la cata directamente de barrica, Juan sirve con el tubo escanciador chorreando, cuyo orificio superior tapa con el dedo; gusta la garnacha blanca con mucho potencial y sorprende el moscatel seco, fino y ligero de Cantocuerdas.

Navaherreros es un vino de finca, evoluciona un año en barrica y 6 ó 7 meses en depósitos de acero inoxidable, mezcla de Albillo Real, macabeo, moscatel…

Manchomuelas, con 15% de alcohol, un vino más corpulento a base de garnacha blanca y algo de macabeo que le otorga más aromas y sensación ácida, con notas evolutivas propias de Riojas viejos.

De los tintos, el más consumido es el Navaherreros 2019, garnacha de los distintos parajes, crianza en roble usado. Destaca Carril del Rey, vino de parcela «Viña Bonita» de cepas viejas de 80 años de orientación sur, 12-14 meses en barrica de 228 litros, hasta seis años con notas minerales y florales que expresan la tierra, con mucha personalidad.

La bodega es fiel a la tierra y a la calidad, en palabras de Juan Díez el propietario, «si tienes que corregir, malo».

Visitamos la bodega de Miguel Santiago en un garaje de Cadalso de los Vidrios, llega sudoroso de podar en las parcelas de San Martín y Cadalso, aunque le gusta “podar con luna menguante”, estamos en marzo. La uva se vinifica bien por separado de cada parcela o bien se mezcla vino. Tradición le sobra, es la quinta generación de una familia de agricultores, “desde el 2011 comenzamos a elaborar en serio”, junto a su padre, producen 15.000 botellas al año de forma natural con abono también de animales, “se añade algo de azufre natural por el oídio”. El suelo granítico y arenoso, el clima más frío en la sierra, varía algo la vegetación, de robles y pinos, altitud de 780 a 800 metros. El Albillo fermenta con sus lías y realiza el batonage cada quince días. El sol aprieta en la calle, a unos pasos en la misma calle del pueblo tiene otra nave con barricas de roble francés de 500 litros, de dos años de antigüedad. Trabaja en un proyecto nuevo con su socio de Parajes en el Bierzo, con el Godello, “tiene poca acidez, unas 600 ó 700 cepas más la Mencía, y Palomino fino que se planta entremedias de las viñas y suaviza la Mencía”. “¿Y los caballos?” Le sirven para arar ciertas zonas y viñas viejas, bretón francés e hispano-francés. Comienza la vendimia en agosto “el campo te da la pauta”, lleva viñas de otras empresas, trabajo de campo continuo, y además saca tiempo para enseñar a chavales del pueblo.

Garnacha 100%

De sus marcas destacan “Cabrito”, la garnacha a partir de dos años encuentra el equilibrio, color cereza, aromas a frutos rojos, herbáceos, es ligero fácil de beber. Asegura que viene de viñedos de más de 100 años a 920 metros de altitud.

“Marino” con la etiqueta del grabado de un caballo en blanco; vino seco de aroma a frutos rojos, en boca cereza y especias, notas dulces, sabroso, añadas anteriores al 2016 madera y final glicérico. “Marino” etiqueta de caballo negro, monovarietal de albillo real autóctono. Aromas frutales, intenso y muy elegante. En boca es envolvente, carnoso, complejo.

En plena vendimia la bodega cooperativa recoge la uva con la luna llena, el calor de agosto obliga al vendimiador a finalizar su duro trabajo a mediodía. El tractor se coloca en la balanza, el peso neto es de 1.460 kg. Y se repite cada vez que entra la uva de las cámaras donde se preserva del calor estival

 La producción del albillo es de 1 kilogramo por cepa, llega en cubos que descargan en la despalilladora separando el raspón de la uva continúa su recorrido en la bandeja de la prensa, dos discos laterales se cierran y abren a 2, 4, 6 atmósferas. Un procedimiento sencillo y muy visual nos permite seguir el curso del procesado. El mosto cae en la bandeja y llena la mitad del depósito de 2.000 litros y se enfría a 19º C. Después de la lenta fermentación en frío con las levaduras propias

Cuenca río Alberche, Madrid
BlancasTintas
Albillo RealCabernet-Sauvignon
AirénGarnacha tinta
ParelladaGarnacha Tintorera
Sauvignon BlancGraciano
TorrontésMerlot
Macabeo (Viura)Petit Verdot
MalvarTinto Fino (Tempranillo o Cencibel
Moscatel de grano menudoSyrah
Variedades admitidas D.O. Madrid
Cooperativa Cristo del Humilladero
Albillo varietal

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